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El Santo Padre, como Legislador universal, ha dispuesto que no haya más secretos si se trata de abuso sexual padecido en menores y personas vulnerables.
Ciertamente el 2019 ha sido un año de notables pasos en el tratamiento de este tema que incluyó encuentros, cambios legislativos particulares y universales y una adaptación de toda la Iglesia en orden a iluminar (Ustedes son la luz del mundo) y acompañar (Como una madre amorosa) a todos los fieles y hombres de buena voluntad.
El llamado secreto pontificio o papal ya no se puede invocar más en investigaciones y procesos canónicos por abuso sexual en menores y personas vulnerables, que impliquen a clérigos. Sigue siendo actos aberrantes cometidos por quien sea en la Iglesia y continúa estando la obligación de vigilar y actuar por parte del Obispo diocesano.
Lo que cambia es la invocación del secreto ante el pedido de información. Esto no significa que los documentos se harán públicos, sino que se facilita una colaboración más clara y concreta con el Estado y con otros organismos que tienen derecho a acceder a dicha documentación. La confidencialidad se limitará solo a las leyes de protección de la privacidad en cada país.
Hasta ahora la víctima no tenía la oportunidad de conocer la sentencia canónica que siguió a su denuncia. Lo mismo ocurría con otras comunicaciones que eran obstaculizadas por este secreto que es del más alto nivel de confidencialidad.
Es importante entender que no se eliminó totalmente un secreto establecido por Pablo VI en 1974, sino sólo para el tratamiento de este tema. Así seguirá aplicándose el secreto en lo que dispone la Santa Sede (por ejemplo para informes sobre candidatos al episcopado o a otros oficios en el Vaticano, a pedido de la Nunciatura; lo mismo en la elaboración preparatoria de documentos del Papa como encíclicas, exhortaciones apostólicas, etc.; también son secretos los informes enviados a la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre aspectos doctrinales de libros o enseñanzas de teólogos y profesores) Lo mismo todo lo que el Papa disponga que se guarde secreto), así como ahora ha dispuesto que no se guarde más secreto en este específico tema.
También es importante que no se confunda este secreto pontificio, ahora abolido parcialmente, con el sigilo sacramental, que permanece inalterable.
Somos testigos de un histórico paso que busca salvaguardar la vida privada de la persona, la buena reputación de las personas involucradas, así como su dignidad. Siempre se requiere una cierta reserva en el ámbito penal y esta sigue estando garantizada.
Definitivamente el secreto pontificio es valioso, pero en un tema donde debe garantizarse la búsqueda de la verdad, la justicia y el interés superior del menor, no tiene lugar un secreto que pueda ocultar delitos.
Buenos Aires, diciembre de 2019.
Consejo Pastoral para la Protección de Menores y Adultos Vulnerables